De cara a los servicios del IMSS-Bienestar solo en 23 estados que se sumaron a la federalización de la salud hasta el proyecto Salud Casa por Casa, en el panel “Hacia un nuevo pacto social: políticas de salud”, dentro del Seminario Permanente de Desigualdad Socioeconómica del Colegio de México, la doctora Rosario Cárdenas asesora del CONEVAL, apuntó que:
“Desde antes de la pandemia (del COVID-19) ya había comenzado a transformarse el sistema para tener algunos ‘válvulas de escape’ frente a la saturación con servicios alternos como la homeopatía hasta los consultores adyacentes a farmacia, que resuelven con un costo menor que un hospital o algún médico privado tradicional, algún problema. No ha quedado claro qué es lo que cabe esperar con el IMSS-Bienestar y lo que sí sabemos es que en el momento en que esté operando no va a tener cubierto todo el territorio nacional; va a seguir habiendo la misma desigualdad. Las decisiones se han tomado de manera central y no ha habido un diagnóstico. Y en términos de los ‘cuidados en casa’, sí entendemos que una enfermera o algún personal de salud va a ir a revisar la situación de una condición crónica, eso es algo distinto si se trata de alguien con discapacidad con ejercicios de rehabilitación. Así que, mientras no definan qué se entiende por ‘cuidados en casa’, no sabemos qué es lo que estaríamos recibiendo”.
La también académica de la UAM resaltó que “lo que requerimos es simultáneamente comenzar la introducción sistemática de las acciones preventivas, de tal forma que esta idea del ‘envejecimiento saludable’ sea algo que comience hoy con los de 20 para que en sus 40 años su situación sea distinta que aquellos que, por ejemplo, pasaron por la pandemia y tuvimos la evidencia de lo que implican cánceres, diabetes, o problemas cardiovasculares. Pero no estamos en esa situación porque no estamos pensando en una planeación que incorpore lo que el sistema tiene, lo que la población necesita y las intersecciones con otros espacios, incluyendo el educativo”.
Edson Serván del Instituto Nacional de Salud Pública, resaltó que “la fragmentación de los sistemas de salud” se traducen en diferentes beneficios en salud, calidad de atención, reglas de acceso a la atención y esto obstaculiza la llamada cobertura universal; México tiene dos subsistemas, uno dirigido a la atención de población no asalariada y otro dirigido a la atención integral de la población asalariada; “hay una disparidad notable en los niveles de inversión pública per cápita que existen entre instituciones o entre segmentos de población, con brechas casi de 3 a 1; en 2022 la población sin seguridad social recibía per cápita 3.979 pesos y la población con seguridad social 5.446 y eso de fondo está en contra de los derechos”, apuntó.
Serván destacó “la estrecha relación que existe entre la muerte materna y las desigualdades sociales persistentes en México; en 2019 se registra un aumento de la razón de muerte materna… la fragmentación financiera del sistema de salud mexicano y las diferencias en el sistema de salud afectan a tanto a población con seguridad social como aquella sin seguridad social. De 2000 al 2021, siete de cada diez mujeres muertas o fallecidas era población sin Seguridad Social. Sin embargo, llama la atención el incremento de casi 35% del peso relativo que tiene la Seguridad Social en la muerte materna. Ha habido un incremento del periodo 2000-2006 del 26.9% en el peso relativo a 37.6% para el periodo 2019-2020; la mortalidad materna está ganando cada vez más terreno en el ámbito de la Seguridad Social”.
Entre el grupo de edad de mujeres muertas de 10 a 19 años de edad, añadió Serván, en 2012, la muerte materna era tres veces más frecuente en la ‘No Seguridad Social’ que en la ‘Seguridad Social’… (el deceso) es más frecuente en población con baja escolaridad, en contextos indígenas y zonas rurales de alta marginación. Entre 2007 y 2018, tanto para la población sin Seguridad Social, como para la población con Seguridad Social ya se empieza a observar un incremento de la razón de muerte materna Antes de la pandemia (COVID-19).
Con la pandemia, el incremento de muerte materna fue mucho mayor en la población con Seguridad Social. Posterior a la pandemia, en el 2022, observamos una reducción, modesta; llama la atención la enorme disparidad en las razones de muerte materna para la población sin Seguridad Social del 2000 al 2006 fue de 80.4 mujeres muertas por cada 100.000 nacidos vivos, y para la población con Seguridad Social fue de 33.4 mujeres muertas por cada 100.000 nacidos vivos, lo que representa una brecha aproximada de 140%. Este panorama cambió radicalmente para el periodo 2019-2022, la tendencia se invirtió, son escasos los estados donde la población sin Seguridad Social se caracteriza por presentar mayores niveles de razón de muerte materna, salvo Chiapas, Oaxaca y Guerrero” recalcó Serván.
“Es importante continuar documentando la evolución de la muerte materna en el caso mexicano, dada su sensibilidad; sí esto pasa con la muerte materna, ¿qué está pasando con la mortalidad por cáncer?, por ejemplo, donde se requiere mucha más innovación para la atención, más recursos incluso, hay que garantizar la igualdad en el acceso y la equidad en la respuesta… requerimos registros administrativos con cobertura universal y que la separación de las poblaciones por condición laboral sea un trato administrativo desigual pero no una desigualdad real; además de presupuestos equivalentes para cada subsistema”, subrayó.
Finalmente Mónica Orozco, directora de directora de la organización GENDERS e investigadora asociada externa del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) remarcó que el cuidado de pacientes no solo incrementa los gastos en los hogares, también hay un costo intergeneracional; “muchas veces lo que tenemos son niñas, niños, realizando actividades de cuidado, soslayando el ejercicio de otros derechos”, incrementando la pobreza y el condicionamiento de los logros de vida.
“El 75% del cuidado en México lo realizamos niñas y mujeres… pero en los próximos años va a empezar también a afectar a los hombres debido a esa terrible asociación que tenemos entre envejecimiento, morbilidad y discapacidad… los patrones de participación en actividades deportivas, de consumo alimenticio no ayudan para nada y no estamos mirando, más allá de los servicios de salud… lo que antes hacíamos en una familia con ocho hijos, en donde se enfermaba la mamá o el papá y entonces te rotabas, eso ya no existe; ahora las familias son unipersonales, parejas sin hijos o con un hijo o quizás dos; entonces, ese arreglo en lo privado ya no funciona y no va a funcionar en los próximos años y además para el 2050 vamos a tener una duplicación del porcentaje de población envejecida”, añadió Orozco.
La experta remarcó que el sector salud y de cuidados constituye 10.1% de todos los empleos en países de altos ingresos, pero si nos comparamos con México, estos empleos solamente representan 1.9%, esto quiere decir que inclusive si encontráramos la forma de financiar la salud y el cuidado de manera universal, tampoco tendríamos necesariamente el personal disponible y… a los hogares nos cae el 89% de ese costo” hoy en día. Entonces… si queremos trabajar en pro de la pobreza, hay que trabajar también en pro del cuidado y esta redistribución”.
“También hay necesidad de adecuar horarios de los servicios de salud y crear medidas para evitar que el cuidado de la salud se traslade al ámbito privado. Hoy por hoy, sí usted va a un servicio de urgencias del IMSS o del ISSSTE, básicamente lo que te piden es que entre la persona que va a la urgencia y que alguien se queda afuera sentado en la salita 24 horas al día. Y entonces, esa persona ya tuvo que dejar de ir a trabajar, ya tuvo que dejar de ir a cuidar a los hijos, es una carambola todo lo que pasa, para que al rato te entreguen a la persona enferma sin haberla podido meter, porque no hay espacio para cirugía y todavía aguanta unos meses, así es como tenemos hoy organizado el sistema. Y bueno, pues esas cosas tienen que redimensionarse”, apuntó Orozco.